Historia del Jabón
PARTE 1
El jabón, básico y esencial, ha acompañado a la humanidad por miles de años.
Según muchos historiadores, la primera evidencia de algún tipo de jabón se remonta al año 2.800 antes de Cristo, por lo que que su invención se les concede a los sumerios.
Y aunque no esté del todo claro dónde y cuándo apareció por primera vez, increíblemente su fórmula no ha cambiado en casi nada desde hace siglos. Hoy los artesanos jaboneros utilizan, además de los mismos ingredientes milenarios, su creatividad y pasión por este antiguo oficio que se recupera y revaloriza gracias a ellos.
¿Historia o leyenda?
Se dice que la palabra jabón proviene del latín tardío sapo-onis, y el nombre sapo viene de la antigua Roma. Que en la colina del monte Sapo se ofrecían sacrificios y se quemaban los animales sacrificados en hogueras. Al derretirse la grasa y mezclarse con las cenizas de la madera formaba una pasta o limo que con las lluvias rodaba colina abajo hacia el río Tiber. Allí, las lavanderas se percataron que el agua jabonosa que bajaba limpiaba mejor sus textiles. Es un buen argumento ya que la grasa se puede saponificar con el limo potásico. Esta onis (limo) del monte Sapo la encontraron excelente para limpiar ropa, pues hacía espuma que se llevaba la suciedad.
En la historia del jabón se entrelazan frecuentemente la literatura y la leyenda y la que te acabo de contar es la más trasmitida de todas, pero no está documentada. No obstante, si nos centramos en la historia, existen documentos de culturas antiguas como la babilónica, la sumeria, la egipcia, la griega y la romana que hacen referencia al uso del jabón y que permiten indagar un poco en la evolución de este producto desde su origen.
Lo primero que busqué para desentrañar su origen fue la etimología de la palabra jabón, me encontré con varias y para mi sorpresa, la historia del monte sapo no cuela en ninguna.
El término jabón lo hemos heredado del latín sapo, saponis, aunque la versión castellana salió de la forma de acusativo saponem. La palabra latina ha dado descendientes en todas las lenguas románicas. Si miramos desde Lisboa hacia el continente europeo nos vamos encontrando el portugués sabão/sabonete, el español jabón, el catalán sabó, el francés savon, el italiano sapone y, allá al fondo, el rumano săpun.
Sin embargo, los romanos no son los creadores del vocablo, este procede de una antigua palabra germánica saipôn, que significaría “sustancia que gotea” y más concretamente “resina”. Si nos fijamos en las lenguas germánicas actuales se ve la semejanza. La palabra inglesa es soap; en danés se dice sæbe; y en alemán, seife. Estas palabras son de procedencia directamente germánica, sin pasar por el latín.
Como te cuento más adelante, la historia sigue y se enmaraña, según voy descubriendo, veo que fabrico jabón creado quizás por los sumerios, que los romanos se atribuyeron el invento, pero lo bautizaron con una palabra germánica, porque éstos y los galos también hacían jabón. Quizás los romanos son el centro de esta historia porque, como dice el antiguo refrán, “todos los caminos conducen a Roma”.
Érase una vez, hace 2.000 años atrás…
En la cultura babilónica, concretamente en unos cilindros de arcilla que datan del año 2800 a. de C. aparecen unas inscripciones que cuentan que el jabón se fabricaba a partir de grasas y cenizas de plantas llevadas a ebullición.
En la cultura egipcia, una sociedad que tenía por costumbre bañarse regularmente, se han encontrado escrituras como el Papiro Ebers, uno de los tratados médicos más antiguos conocidos (1500 a. de C.) que representa la mejor fuente de información sobre medicina egipcia de la que se dispone. En este se cuenta que los egipcios usaban una pasta jabonosa de ceniza y arcilla mezclada con aceites naturales, resultando un recurso cosmético esencial para las castas más altas de la sociedad. Este tipo de jabón se utilizaba para limpiar el cuerpo y, además, eran prescritos por los médicos para el cuidado de la piel.
Se pensaba que los romanos importaron su fabricación de los germanos, pero su contacto con este pueblo es bastante tardío, en cambio hay un contacto más temprano con otros pueblos de oriente que sí elaboraban distintas formas de jabón potásico con cenizas y grasas, como los sumerios mesopotámicos en el 2500 a.C., luego fenicios y cartagineses quienes poseían la técnica antes del 1500 a.C.
Los fenicios elaboraban el jabón en pasta con aceites y ceniza obtenida de quemar plantas halófitas como la salicornia o la salsola que crecen en salinas. Lo usaban para limpiar tejidos, costumbre que ha seguido practicándose hasta el siglo XIX. Durante los siguientes tres siglos, los fenicios expandieron el comercio por todo el Mediterráneo y, por consiguiente, con Europa antes del imperio romano, por lo que el jabón pudo haber llegado mucho antes a las ciudades costeras como Nápoles, Marsella, Cartagena o Cádiz.
El erudito naturalista e historiador romano Cayo Plinio el Viejo (Novocomum 23-79 d.C.) quien murió a los 56 años en Pompeya durante la erupción del Vesubio, dejó en el año 77 todos los conocimientos existentes en su colosal obra literaria “Naturalis Historia”. Con 2.493 temas agrupados en grandes secciones, constituyó una fuente de consulta hasta el año 1600. Plinio recomendaba como medio contra la dermatitis y para lavar los tejidos sucios y activar los colores naturales, un producto compuesto a base de cenizas de huesos de animales. En “Naturalis Historia”, relata acerca de un jabón blando conocido por los antiguos pueblos germanos y otro jabón más duro utilizado por los galos. Conocidos como rutilandis capillis, estas diversas formas de jabones duros y blandos contenían colorantes y los utilizaban las mujeres para limpiar sus cabellos y teñirlos de colores brillantes.
Plinio ha dejado escrito en su literatura:
«prodest et sapo, Galliarum hoc inventum rutilandis capillis. fit ex sebo et cinere, optimus fagino et caprino, duobus modis, spissus ac liquidus, uterque apud Germanos maiore in usu viris quam feminis». (PLINIUS, 28, 191).
«Es útil también el jabón, invento este de las Galias para abrillantar los cabellos. Se hace de sebo y ceniza, siendo el mejor el de ceniza de haya y grasa de cabra, en dos variantes, espeso y líquido, uno y otro entre los Germanos en mayor uso para los hombres que para las mujeres».
En el siglo II d.C., las teorías del médico romano Claudio Galeno fueron fundamentales hasta el Renacimiento. Nació en 1 año 129 d.C. en Pérgamo, antigua Grecia y actual Turquía, en ese entonces conquistada por los romanos. Aportó las primeras crónicas sobre el empleo del jabón como medio curativo, así como para la fácil eliminación de la suciedad del cuerpo, desinfectar heridas y de los vestidos. En Roma fue reconocido como un gran anatomista y experimentador y posteriormente como médico y polemista. Fue cirujano de gladiadores tratando heridas, huesos, articulaciones y músculos por lo que se le conoce como el padre de la medicina deportiva.
Los textos de Galeno representan la síntesis del conocimiento médico antiguo, sus escritos ocupan 22 gruesos volúmenes en la única edición que existe siendo los más voluminosos de toda la antigüedad. En la Edad Media se transcribieron muchas veces y hasta el Renacimiento sus libros eran la última corte de apelación de todas las discusiones en medicina hasta la época de Vesalio (1543).
Durante siglos la receta del jabón no tuvo modificación, el jabón servía alternativamente de ungüento, de cosmético y de remedio.
Lo curioso es que ni en Fenicia ni en Roma imperial se utilizaba el jabón para la higiene corporal, sino que estas formas de jabón se empleaban habitualmente para la limpieza de tejidos. Para la higiene corporal en Roma se recurría a la técnica del exudado en saunas, se untaba el cuerpo con aceites, muchas veces mezclados con arena que servía de exfoliante, se retiraba esta mezcla oleosa con un raspador y se procedía al baño con agua.
Mas adelante, los romanos se convirtieron en grandes fabricantes de jabón, pero parece que, con la caída del Imperio Romano, en el Occidente europeo cristiano, se olvida la técnica en principio.
Fueron los venecianos quienes volvieron a fabricar jabón en pasta en Europa, retomando la técnica a partir del s. VII d. C. Desde este momento y poco a poco, la técnica se va extendiendo, surgen los primeros gremios jaboneros en Europa institucionalizándose la fabricación artesana de jabón. Los maestros jaboneros guardaban con recelo el secreto de la fórmula, aceites vegetales y animales, cenizas de ciertas plantas y sustancias que le daban la fragancia apropiada. Pero estos jabones sólo estaban al alcance de las clases sociales altas por su elevado precio debido a los grandes impuestos que incluían.
Países como Italia, Francia y España fueron los primeros en entrar en el negocio del jabón, ya que eran los que disponían de mayor cantidad de aceite de oliva.
Pero en oriente medio, durante el siglo X, la ciudad de Alepo, hoy Siria, retoma el método de fabricación ancestral de los Fenicios, cuya cultura llegaba hasta la Mesopotamia y comenzaron las jabonerías. Los sirios fabricaban jabón a base de aceite de oliva y cenizas, a las que añadían aceite de bayas de laurel para mejorar sus propiedades aromáticas. En esa época, ya tenían un buen conocimiento de las propiedades beneficiosas del aceite, las cenizas de las plantas quemadas, el carbonato de sodio y su efecto alcalino. Es en Alepo donde se cree que se fabricó el primer jabón en pastilla del mundo.
Hacia la industria del jabón
Como comentaba, se cree que el jabón de Alepo es el jabón más antiguo del mundo, en forma de pastilla, claro está, porque sus antecesores eran en pasta.
Edad Media (siglo V-XV) el jabón de Alepo llega a Europa probablemente gracias a los cruzados. Durante el siglo VIII, la fabricación de jabón era común en España, Francia e Italia. Aunque hay historias que aseguran que el jabón en pastilla fue introducido en España por los árabes, hay que notar que el jabón árabe del Hamman es el jabón negro marroquí o jabón Beldi y aunque tradicionalmente se elabora también con olivas y ceniza, su textura es en pasta y dista mucho de la barra blanca y cerosa del jabón de castilla.
Alrededor del siglo XIII la industria del jabón llegó a Francia desde Italia, la mayoría de los jabones se producían a partir de sebo de cabra y cenizas de haya que proporcionaban el álcali. Durante los siglos posteriores se comenzó a utilizar el aceite de oliva en lugar de sebo y la industria jabonera floreció en las ciudades costeras del Mediterráneo, favorecidas por la abundante presencia de aceite de oliva y sosa natural que se obtenía de las cenizas de las algas marinas. Este método de fabricación con aceite de oliva producía un jabón mucho más suave, de mejor olor y apariencia que los que se conocían hasta el momento elaborados con grasa animal, apareciendo así el Jabón de Castilla, que debe su nombre a la región homónima. Sobre el jabón de castilla tenemos un capítulo especial, donde te cuento todo sobre él en la clase 10.
En el siglo XV, la producción artesanal de jabón es abandonada y aparecen en Marsella las primeras jabonarías industriales que producirían jabones para Rodees, Alejandría y Ginebra. Es aquí donde aparece el famoso Jabón de Marsella, y es aquí donde comienza la gran historia de la fabricación del jabón.
El Jabón de Masella
El origen de jabón de Marsella proviene del jabón de Alep o alepo, existente desde hace cientos de años. El método de fabricación de la Villa de Alep en Siria a partir de aceite de oliva y de laurel, es llevado por el Mediterráneo, quizás por los Cruzados, a través de Italia y España, hasta Marsella.
El jabón de Marsella se fabrica desde el siglo XII. Como materia prima se utilizaba el aceite de oliva extraído en la Provenza y soda, un bicarbonato de sodio más o menos puro, proveniente de las cenizas de plantas halófitas de ambientes salinos, especialmente la salicornia.
Crescas Davin, siglo XIV, es el primer fabricante oficial de jabón de la ciudad. En 1593, Georges Prunemoyr estableció la primera fábrica Marsellesa.
A principios de siglo XVII, la producción de jabón de Marsella lucha para satisfacer la demanda de la ciudad y su región, Génova y Alicante. Pero la guerra rompió el suministro a España, los jaboneros de Marsella debieron aumentar su producción con el fin de proporcionar suministros a la Europa occidental, en primer lugar, la zona norte del Gran Reino de Francia, las Islas Británicas, Holanda y Alemania en particular antes del gran colapso de la Guerra de Treinta Años.
En 1660 hubo fábricas en Marsella con una producción anual de alrededor de 20.000 toneladas. Luis XIV controla la calidad de las producciones de jaboneras tal que el «jabón de Marsella» sería un nombre común, un jabón verde que se vendería principalmente en barras de 5 kg o en panes de 20 kg.
En 1688, un edicto de Luis XIV, regula la fabricación de jabón. En virtud del artículo III del decreto: «No puede fabricarse jabón con barrilla, ceniza de sosa, sin grasa, mantequilla u otros materiales, pero sólo de aceite de oliva puro y sin mezclar grasa, bajo pena de confiscación de bienes». Las Fábricas de jabones deben cesar su actividad porque el calor del verano afecta la calidad del jabón. El cumplimiento de este reglamento garantiza la calidad del jabón y el renombre de jabón de Marsella. Al mismo tiempo, las fábricas de jabón se trasladaron a la región, en Salon-de-Provence, Arles y Toulon.
España era el principal fabricante de jabón en el 800 (s. IX). La fabricación de jabón «hawking» comenzó otra vez en Inglaterra cerca de 1200 (XIII), probablemente como resultado de la invasión normanda. En el siglo XIII Marsella, Génova, Venecia y Savona se convirtieron en centros del comercio debido a su abundancia local de depósitos de aceite de oliva y de soda.
En el siglo XVII el jabón de Marsella adquiere una reputación categórica, el progreso de la medicina y de los hábitos de higiene permiten aumentar el consumo del jabón. En 1730 se fabricaban dos clases de jabón: el veteado, usado para lavar lanas y destinado a las colonias y el blanco, más puro, para las sedas, el textil, las tintorerías y la higiene corporal. Este conocido jabón de Marsella ya no se fabrica hoy día.
En 1786, 48 fabricantes de jabón producían 76.000 toneladas, empleando a 600 trabajadores y una fuerza motriz a la altura de la temporada de producción: 1.500 condenados en préstamo del arsenal de las cocinas.
Después de los disturbios causados por la Revolución Francesa, la industria Marsellesa sigue creciendo hasta 62 fabricantes en 1813.
Desde 1820, el aceite de palma, maní, coco y sésamo de África o del Oriente Medio, eran las nuevas materias grasas importadas y transportadas a través del puerto de Marsella.
En 1823 el químico francés Michel Chevreul determinó la naturaleza química de las grasas y detalló la composición, fórmula y el proceso de la elaboración del jabón para que se pudiera hacer con precisión con las cantidades a añadir de los componentes. Este fue el origen de la producción controlada a gran escala de jabones suaves reproducibles.
En 1826, gracias al reciente proceso químico de Nicolás Leblanc, la ceniza de sosa se obtiene a partir de sal marina y ácido sulfúrico, lo que aprovechan los jaboneros para crear pastillas de jabón de mejor calidad y más económicas.
Los hallazgos de Louis Pasteur (1822-1895) habían establecido firmemente que el aseo personal reducía el contagio y la expansión de las enfermedades; había nacido «la higiene personal» provocando un aumento en el consumo del jabón. A comienzos del siglo XX, la ciudad de Marsella tiene noventa y cuatro (94) fábricas de jabón. François Merklen fija en 1906 la fórmula del jabón de Marsella: el 63% de aceite de coco y de palma, el 9% de sosa o sal marina, el 28% de agua. La industria ha prosperado hasta la Primera Guerra Mundial, donde la dificultad de la navegación afecta gravemente a la actividad del jabón. En 1913, la producción es de 180.000 toneladas y baja a 5.817 toneladas en 1918. Después de la guerra los fabricantes se benefician con los avances de la mecanización, aunque la calidad del producto se debe a la utilización de los viejos métodos de producción y se remonta a 120.000 toneladas en 1938. Los franceses hicieron grandes aportes al desarrollo de la elaboración del jabón como ser los primeros en hacer jabón perfumado mediante infusiones de aceites florales.
Cuando estalló la Segunda Guerra Mundial, Marsella todavía proporciona la mitad de la producción francesa, pero los años siguientes fueron desastrosos. El Jabón se suplanta por detergentes sintéticos y los fabricantes de jabón de Marsella cierran uno tras otro.
Todo lo que queda hoy en día en Marsella es sólo un puñado de fabricantes en la región y unas pocas tiendas por las zonas turísticas con el mismo tipo de jabón.
A finales de la década de 1960, debido al aumento de la preocupación por la contaminación del agua, se puso en juicio la inclusión de compuestos químicos dañinos en los detergentes, como los fosfatos. En su lugar se usan mayoritariamente agentes biodegradables, que se eliminan con facilidad y pueden ser asimilados por algunas bacterias.
Desde que se elaboró el primer jabón hasta hoy, éste ha evolucionado más en su apariencia que en su formulación. Su transformación fue lenta, desde su antiguo aspecto rústico de olor seboso al estético y perfumado jabón industrial que conocemos actualmente sin olvidarnos de las decorativas presentaciones de los jabones artesanales que se encuentran en el mercado.
Te contaré más sobre la HISTORIA DEL JABÓN EN UN PRÓXIMO POST **
Me encanta todo esto de jabones y velas
me alegro mucho Yajaira, que lo disfrutes, cariños.
He disfrutado mucho, me alegra haber entrado a leerte, enganchada de principio a fin y a la espera del siguiente post.
Un saludo.
Hola Mayka, muchas gracias te espero en el siguiente post, cariños.
Me encantó el post, conocer la historia del jabón y como acá la expones, muchas gracias y esperando el próximo para seguir aprendiendo !!
Quede encantada. Quiero las clases
Buenísima la historia
muchas gracias Elsa, espero siguas disfrutando, cariños.
muchas gracias Mayka, te espero en la próxima cariños.
Chela, contigo el aprendizaje es claro y facil, quedo pendiente de ka continuacion, muchisimas gracias por compartir tus conocimientos con nosotros.
Un abrazo
hola Josefina, muchas gracias por seguirme, es un placer compartir con tanto cariño.
Hola Chela: ha sido una maravilla el poder haber visto tu charla sobre los jabones, seguiré viendo los siguientes, no quiero perder ni uno,eres una Kraft con los jabones, gracias
muchas gracias María, te esperamos en el siguiente, cariños.
Me encantó el post, conocer la historia del jabón y como acá la expones, muchas gracias y esperando el próximo para seguir aprendiendo !!
HOla Gaby, me alegra que te haya gustado, nos vemos en la clase 2
Excelente! Me encanto!
muchas gracias Natalia, cariños.
Muchisimas gracias bsss desde argentina
Hola Mirta, muchas gracias por seguirme, cariños.
Que historia más interesante ahora haré jabón con más conciencia y gracias por compartir esta información, espero el próximo post …
hola Shorlyman, muchas gracias por seguirme, cariños.
Gracias por compartir,un poco de la historia del jabón, nos sirve para tener una noción de dónde proviene, información valiosa, excelente día.
muchas gracias Zazil, seguiremos dando toda la info posible, cariños.
Hola,
te agradezco mucho que sean tan generosa con tu conocimiento, estoy por intentar hacer el jabón con la sosa y todo eso pero si me da un poco de miedo aun.
muchas gracias por compartir y ojalá cada día seamos más los que preferimos cosas naturales y ecológicas.
por favor compárteme las fechas que estarás en México DF me encantaría ir a tu curso
hola Elizabeth, muchas gracias por seguirme, cariños.
Excelente información! Muchas gracias por tomarte el tiempo para investigar y compartir la información!
hola María, gracias a ti por seguirme, cariños.
Que maravillosa e intrigante historia!! Gracias por compartirla!
Un abrazo desde argentina. 🙂
Muchas gracias Ramiro, cariños.
MARAVILLOSA CLASE MUCHAS GRACIASS
Gracias Yamila, por pasar y dejarme tu cariñito en un comentario . Abrazos !!