Hay momentos que marcan la vida, y este es sin duda uno de ellos. El pasado 31 de marzo recibí el Diploma de Mestra Artesana Sabonera Divulgativa, un reconocimiento oficial que entrega el Gobierno de la Generalitat de Catalunya en el marco de los Premios Nacionales de Artesanía, y que valora no solo el dominio técnico del oficio, sino también la labor docente, la trayectoria, la constancia y el compromiso con la transmisión del oficio artesano.

Este diploma es especial por muchas razones, pero una de ellas es que, hasta ahora, soy la primera mujer en España en recibirlo en esta modalidad específica.  Es un orgullo enorme, que vivo con la misma emoción con la que un día, hace ya más de dos décadas, comencé a hacer mis primeros jaboncitos.

Una vida entre aceites, plantas y pasión por enseñar.

Durante más de 24 años he dedicado mi vida a la jabonería artesana. Primero como aprendiz autodidacta, luego como formadora, autora y divulgadora. He tenido el privilegio de acompañar en su camino a cientos de mujeres valientes y creativas,  que han encontrado en el jabón un camino de expresión, emprendimiento y sanación.

Desde mis inicios, he apostado por una jabonería viva, artística y comprometida con la naturaleza. He desarrollado técnicas propias como los jabones cupcake, los jabones en forma de piedras preciosas y propuestas innovadoras que han sido adoptadas por muchas emprendedoras del sector. A lo largo de los años, he participado en congresos, escrito libros, colaborado con revistas especializadas, y he sido vocal fundadora de la primera asociación de jaboneros artesanos de Cataluña. Pero lo que más me conmueve es haber podido sembrar inspiración en tantas personas que hoy viven de este oficio con orgullo.

La transmisión del oficio como motor

Creo firmemente que enseñar es un acto de generosidad. He impartido cursos en España y Latinoamérica, desde estudios artísticos en Bogotá hasta fundaciones sociales que ayudan a mujeres desplazadas por la violencia. Para mí, el conocimiento no tiene sentido si no se comparte, si no se devuelve a la comunidad que te sostiene.

Este reconocimiento no me pertenece solo a mí: también es de todas las personas que han confiado en mí, que han estado en mis clases, que han creído que se podía vivir del jabón y han puesto manos a la obra.

Mis alumnas me han enseñado tanto como yo he podido enseñar.

Una nueva etapa, con los mismos valores

Hoy, además de seguir enseñando, desarrollando productos y mentorías, tengo el honor de participar del proyecto como Dicertora Académica del primer Museo Español del Jabón , que tendrá su sede en Sanlúcar de Barrameda. Será un espacio para preservar la memoria del oficio, celebrar la creatividad y fomentar el desarrollo cultural y económico local a través de la cosmética natural.

Recibir este diploma no es un punto final, sino un nuevo impulso. Me compromete aún más con este oficio, con mis alumnas, con las nuevas generaciones que vendrán y con el sueño de que el jabón siga siendo una herramienta de autonomía, bello y simple al servicio de la salud.

Gracias por acompañarme en este camino. Con humildad, emoción y el corazón rebosante,

Marcela Burgos
Maestra Artesana Jabonera